julio 29, 2019

Artículo de opinión publicado por nuestro CEO, Dr. Reynaldo Rivera, en el Diario Clarín el 20/07/19.

En las PASO de 2017 un relevamiento llevado a cabo por la Universidad Austral reveló que 11 fuerzas políticas y 32 precandidatos o referentes políticos habían realizado “campaña basura”; es decir, usaron las pegatinas en lugares y de manera inadecuada en el espacio público, generando basura y contaminación ambiental y visual.

En 2017, la basura política (y los que la usaron) tenía la forma de afiches pegados en contenedores de basura o en árboles (incluso delante de las oficinas públicas de la misma candidata …), o afiches donde aparecían personas que no estaban habilitadas como precandidatas, etc.

Las “campañas basura” tienen un común denominador: destruyen el espacio público para “gritar” a los ciudadanos una idea, un nombre, una imagen. Creyendo que ese tipo de imágenes también valen más que mil palabras, que un nombre o un apellido imponen respeto y credibilidad (como en el tiempo de los caudillos), o que gritar ideas y palabras repetidas con publicidad callejera todavía “vende”.

No son un invento argentino. En 2017, el profesor Fitz Herbert señalaba que, en las ruinas de Pompeya, Italia, se conservan paredes escritas con consignas políticas, del 79 d.C. Son técnicas globalizadas, propias de países donde no sólo abunda la pobreza (un ejemplo, Guatemala, donde fui testigo ocular de lo que explico), sino también la confrontación y la política clientelista.

Las “campañas basura” caracterizan a los países donde faltan propuestas políticas serias y una conversación pública sobre el proyecto de Patria que se quiere construir.

¿Es posible evitar una nueva “campaña basura” en Argentina?

Luego de conversar con colegas del marketing y la comunicación, me atrevo a afirmar que sí. ¿Cómo? Suplantando la basura por comunicación, la propaganda con marketing (del verdadero), y la confrontación callejera con periodismo, también ciudadano.

En lugar de malgastar ingentes sumas de dinero en afiches y pegatinas, los partidos y candidatos podrían invertir en publicaciones y medios periodísticos, también aquellos que solo utilizan las redes sociales. Esas inversiones generarían puestos de trabajo, también entre los que no tienen un puesto de trabajo estable (como es el caso del periódico Hecho en Buenos Aires), reducirían el impacto ambiental de las campañas, promocionarían un diálogo abierto y ciudadano sobre temas y propuestas concretas y, sobre todo, aumentarían las chances de impactar positivamente en el electorado.

Las empresas más exitosas cuidan muchísimo su marca y su imagen corporativa porque saben que sus clientes las eligen por lo que hacen y no por lo que dicen. Esperemos que nuestros políticos estén a la altura de un Pueblo Argentino 4.0, que sabe usar redes sociales, al que le gusta leer el diario (en el bondi o en la casa), que sabe pensar y conversar (aunque a veces grite, porque está harto de tanta crisis y corrupción) y, sobre todo, que desde hace tiempo valora, como cualquier país serio, lo sustentable.

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