Hoy Venezuela tiene lo que podría describirse como una dictadura no tradicional: se esfuerza por parecer una democracia. Sin embargo, es un sistema totalitario. En palabras del congresista Juan Miguel Matheus, es un cáncer que invade todas y cada una de las áreas de nuestra vida social. En un intento por mostrar cuán humano es, el gobierno liberó recientemente a más de 50 prisioneros políticos. Pero la destrucción de los niveles básicos de vida ha sido severa. En Venezuela, unos 12 millones de personas viven con un salario mínimo obligatorio mensual que, en abril, llegó a $ 1,61 según el tipo de cambio del mercado negro. La socióloga María Gabriela Ponce de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas estima que el 61 por ciento de los venezolanos están sumidos en la pobreza extrema. Más del 63 por ciento de los venezolanos solo tienen una comida diaria y las escenas de personas hurgando en la basura en las calles son comunes. Las tasas de mortalidad infantil han crecido exponencialmente. Debido a que no hay suministros médicos o medicamentos en los hospitales, los pacientes con cáncer, epilepsia y enfermedades del corazón, entre otros, mueren innecesariamente todos los días. Las compañías que producen medicamentos no tienen dólares estadounidenses para comprar materia prima. La desnutrición es atroz. Pero es el único resultado posible en un país con más de 3 millones de niños cuyo futuro ha sido arruinado por el socialismo del siglo XXI.
La crisis venezolana de hoy es el resultado de más de 40 años de gobiernos corruptos y falsas promesas que han creado un clima de extrema dependencia del gobierno. Con personas totalmente dependientes del gobierno, Chávez y ahora Maduro podrían manipular a la gente como quisieran, manteniendo el control de los disturbios sociales pero destruyendo la dignidad humana.
Es imprescindible tener profesionales muy bien capacitados para defender y proteger los derechos de las personas: Diplomatura Internacional en Promoción de Derechos Humanos - 8va Edición 2018